Cultura moche
Para la ciudad de Moche, en la costa norte de Perú, véase
Moche (Trujillo).
Área de influencia
Datos
Cronología: 100-700
d. C.
Localización: Costa
norte de los Andes centrales. En el actual Perú.
La cultura moche1 o cultura mochica es una cultura
arqueológica del antiguo Perú que se desarrolló entre el 100 y el 700 d. C. en
el valle del río Moche (actual provincia de Trujillo, en el departamento de La
Libertad). Esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del
actual Perú.
Las sociedades mochicas hicieron grandes obras de ingeniería
hidráulica: canales de riego y represas, lo que les permitió ampliar su
frontera agrícola a gran escala.
Fueron grandes arquitectos; su materia prima fue el adobe.
Construyeron complejos religiosos-administrativos de carácter monumental,
conformados por palacios y templos o huacas (en forma de pirámide trunca), las
cuales los recubrían de grandes murales en alto y bajo relieve, pintados con
colores extraídos de la naturaleza, donde plasmaron sus dioses, mitos, leyendas
y toda su cosmovisión cultural. Las más notables de estas construcciones son
las llamadas Huacas del Sol y de la Luna, en el valle de Moche.
Fueron los mejores metalurgistas de su época; doraron el
cobre mucho antes que en Europa; y conocieron una variedad de técnicas
(laminado, martillado, alambrado, soldadura, etc.), fabricando herramientas,
armas, atuendos, emblemas, ornamentos y toda su variada y rica parafernalia
ritual.
Son considerados los mejores ceramistas del Perú antiguo,
gracias al fino y elaborado trabajo que realizaron en sus ceramios. En ellas
representaron, tanto de manera escultórica como pictórica, a divinidades,
hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y
mitos que reflejaban su concepción del mundo, destacándose la asombrosa
expresividad, perfección y realismo con que los dotaban. De este arte
sobresalen los huacos retratos y los huacos eróticos.
Fueron grandes navegantes: construyeron caballitos de
totora, los que hacían más pequeños para la pesca y más grandes para sus viajes
hasta las costas ecuatoriales, desde donde traían la concha Spondyllus, sagrada
para los moches, y en general, para el resto de las culturas costeñas del
Antiguo Perú.
Políticamente, las sociedades moches ―de fuerte segmentación
en clases sociales― se organizaban en reinos o señoríos confederados. Se ha
podido conocer más sobre esta cultura gracias al descubrimiento de algunas
tumbas intactas de sus gobernantes o señores, como la del Señor de Sipán y la
Dama de Cao.
Ubicación
geográfica
La Huaca del Sol, en Moche, centro religioso de la cultura
mochica.
Esta cultura deriva su nombre del valle homónimo de Moche,
actualmente también llamado Valle de Santa Catalina, sede de las más conocidas
e imponentes construcciones moches, las huacas del Sol y de la Luna.
Los mochicas se expandieron por el sur hasta el valle de
Nepeña (Áncash) y por el norte hasta el valle de Piura (Piura).
Ocuparon los siguientes valles de la costa norte peruana:
Piura (Piura)
La Leche (Lambayeque)
Lambayeque (Lambayeque)
Zaña (Lambayeque)
Jequetepeque (La Libertad)
Chicama (La Libertad)
Moche (La Libertad)
Virú (La Libertad)
Chao (La Libertad)
Santa (Áncash)
Nepeña (Áncash)
Inicialmente fue conocida como cultura protochimú o Chimú
temprano, pero recibió el nombre de «cultura moche» tras los descubrimientos en
el valle de Moche. También se la denomina «cultura mochica» en razón del nombre
de la lengua, el muchik, que hablaban sus pobladores.
Tradicionalmente se ha considerado a la cultura moche como
un estado centralizado, con su núcleo en las huacas del Sol y de la Luna. Sin
embargo, modernos estudios demuestran que hubo dos regiones mochicas bien
diferenciadas, una al norte y otra al sur, geográficamente separadas por la
Pampa de Paiján.2
Mochica
norte
En el valle de Lambayeque: Sipán y Pampa Grande.
En el valle de Jequetepeque: Complejo San José de Moro,
Huaca Dos Cabezas, Complejo Pacatnamú, Casa de la Luna o Sián, el Hornito
(entre San Pedro y Pacasmayo), Sincapecerce de Poémape y la Tumba de la Mina.
Mochica
sur
En el valle de Moche: las Huacas del Sol y de la Luna,
Huanchaco y Galindo.
En el valle de Chicama: Sonolipe, Urricape, Mocollope, La
Campana, Huaca Cartavio, Huaca Colorada, Huaca Cortada y Huaca Cao Viejo (estas
dos últimas forman parte del Complejo Arqueológico El Brujo).
Más al sur están los sitios de Huancaco y Huaca de la Cruz
(valle de Virú), Pampa de los Incas (valle de Santa) y Pañamarca (valle de
Nepeña).
Descubrimiento
y estudios
El arqueólogo alemán Max Uhle, descubridor científico de la
cultura mochica, a la que denominó como proto-chimú.
La civilización mochica fue identificada por Max Uhle en
1909 quien la clasificó como proto-chimú (es decir, antecesora de la cultura
chimú). Uno de sus principales investigadores fue el alemán Enrique Brüning,
ingeniero de profesión que llegó a trabajar en las azucareras de Lambayeque y
La Libertad. En 1899, con el patrocinio de la madre del editor de periódicos
William Randolph Hearst, Brüning excavó 31 yacimientos funerarios en las
inmediaciones de la Huaca del Sol y de la Huaca de la Luna (cercanos a Moche,
el pueblo actual que dio su nombre a la antigua cultura).
Esta cultura también fue estudiada por los arqueólogos
peruanos Julio C. Tello y Rafael Larco Hoyle (1901-1966).3 En particular
destaca la labor de Larco Hoyle, quien identificó de manera científica los
diversos períodos de esta cultura, a base de los estilos y la técnica de su
cerámica.
No obstante, el constante saqueo de yacimientos
arqueológicos hace difícil estudiar la civilización hoy en día. Por ello el
descubrimiento de tumbas intactas de dos gobernantes mochicas en 1987 y 2006
(el Señor de Sipán y la Dama de Cao, respectivamente) fueron clave para
relanzar el estudio científico de la cultura.4
Historia
La historia moche se desenvuelve en el llamado Intermedio
Temprano, periodo de la civilización andina caracterizado por el desarrollo de
culturas regionales, tras la decadencia del Formativo Andino. Contemporáneos
con la cultura moche fueron la cultura nazca, la cultura recuay, la cultura
lima, la cultura cajamarca y la cultura tiahuanaco.
El arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle, gran estudioso de
la cultura mochica.
Teniendo como base las periodizaciones de Rafael Larco
Hoyle, de Luis Jaime Castillo Butters y de Christopher Donnan, se puede dividir
la historia moche de la siguiente manera:5
El período del Comienzo, que abarcaría entre 150 y 300 d.C.
Durante esta época los mochicas se imponen sobre la cultura Virú-Gallinazo,
tanto en el plano militar como en el ideológico, es decir, imponen sus
creencias. De fines de esta época data el llamado Señor de Sipán.
El periodo de la Expansión, aproximadamente de 300 a 600
d.C. Constituye el periodo de apogeo de la cultura moche, con sus máximos
logros, en lo político, militar, económico y cultural. Se forma el Estado
Mochica del Norte (en el valle de Jequetepeque y otros del actual departamento
de Lambayeque) y el Estado Mochica del Sur (en los valles de Moche y Chicama, y
otros más al sur). Sipán (Huaca Rajada) fue indudablemente uno de los
principales centros del Estado norteño, mientras que las huacas del Sol y de la
Luna (en el valle de Moche) y las del Complejo El Brujo (en el valle de
Chicama), lo fueron del Estado sureño. De esta época es la gobernante moche
conocida como la Señora de Cao. La ideología moche se hace más guerrera, como
se deduce de sus representaciones artísticas.
El periodo del Ocaso, es un periodo de decadencia que
empieza entre el 650 y 700 d.C. aparentemente debido a la devastación
climatológica ocasionada por un fortísimo fenómeno del Niño. La alta jerarquía
moche debió perder de manera creciente su poder sobre la población, la cual se
hallaría muy revoltosa ante las secuelas dejadas por la furia de los elementos
(pérdida de cosechas, hambrunas, colapso de los santuarios). Esta decadencia
afectó principalmente a los mochicas del Sur, quizás por la pérdida de la huaca
de la Luna. Mientras que los mochicas del Norte resistieron por más tiempo,
teniendo como nueva capital a Pampa Grande, hacia donde, según una hipótesis
del arqueólogo Luis Chero Zurita, se habría trasladado la élite de Sipán.6 A
esta decadencia se sumó la irrupción de los guerreros waris, que desde la
lejana sierra ayacuchana iniciaban su expansionismo en el mundo panandino, con
lo que se cierra el llamado Intermedio Temprano y se abre el Horizonte Medio.
Herederos de la cultura moche fueron la cultura lambayeque y
la cultura chimú.
Economía
Agricultura. Ingeniería hidráulica[editar]
Los mochicas tuvieron una especial preocupación por el
desarrollo agrícola. En este sentido, cultivaron maíz, camote, yuca, papa,
calabaza, frutas tales como tuna, lúcuma, chirimoya, tumbo, maní y papaya.
Cultivaron además el algodón en sus colores naturales (blanco, marrón, rojizo y
morado), para uso industrial. También cultivaron totora.
Como precisaban llevar agua para cultivar tierras secas,
construyeron canales (Wachaques) que se muestran como notables obras de
ingeniería hidráulica, como el de Ascope y el de La Cumbre.
Asimismo construyeron represas como la de San José, cuyas
aguas almacenadas servían para irrigar las tierras en tiempo de sequía y
escasez.
Quedó registrada una sequía de varios años, que se cree que
está relacionada con una erupción del volcán Krakatoa, que generó un invierno
de dos años en todo el mundo (Véase cambio climático en el año 535). Es más
probable, sin embargo, que se debiera al fenómeno de El Niño, que hacia el 650
d.C. ocasionó una terrible crisis en la producción agrícola, que llevó al
abandono de muchas tierras de cultivo y a la reducción del territorio moche.
Entre los animales que consumieron están la llama, el cuy,
el pato, el venado, la pava de ala blanca y los cañanes (lagartijas).
Pesca.
Origen del ceviche
Caballitos de totora en la playa peruana de Huanchaco.
Los mochicas tuvieron gran experiencia como pescadores y eso
lo demuestra las antiguas embarcaciones que usaban y que hasta ahora se siguen
fabricando denominadas caballitos de totora. Pescaron tollos, rayas, lenguados,
etc. y recolectaron mariscos como erizos y cangrejos.
Los pescadores moches tuvieron la costumbre inicial de comer
pescado crudo con limones nativos de la zona llamados chullco (agrio), tumbo,
puru puru (agrio verde), ceutí (limón sutil) como refieren los estudios de
etnotecnología alimentaria de Andrés Tinoco Rondán, investigador de la Facultad
de Ingeniería Industrial de la URP (Universidad Ricardo Palma).
Navegación
y comercio
El mar ejerció sobre los mochicas un atractivo especial.
Provistos de sus caballitos de totora, que ya tenían cerca de tres mil años de
antigüedad entonces,7 se convirtieron en diestros pescadores. Con embarcaciones
más grandes (balsas de totora y cañas, o posiblemente, troncos) organizaron
expediciones que arribaron hasta las islas Chincha para extraer el guano, tan
eficiente para el abono de las chacras. Hay indicios incluso que hicieron
expediciones hasta el Ecuador, por el norte, y hasta Chile, por el sur. Del
Ecuador traían las conchas de Spondyllus, sagradas para los moches las cuales
hacían pectorales y brazaletes o los trituraban y los espolvoreaban en los
templos y palacios; y de Chile traían lapislázuli.
Poseían también naves guerreras que eran tripuladas por más
de tres o cuatro personas y que transportaban a grupos militares o a los
prisioneros vencidos en las guerras. Todas esas embarcaciones no son distintas
a las fabricadas por otras culturas costeñas desde el 1000 a. C.
Organización
política
Tocado de oro, atributo de la realeza mochica.
Al parecer, no existió un poder único y centralizado, sino
que cada valle debió contar con su rey o señor, que se aliaba con sus vecinos
para realizar obras de bien común, para efectuar ceremonias rituales o para
emprender conquistas militares.
Los señores se vestían con prendas lujosas, con adornos de
oro, plata y cobre, que simbolizaban sus atributos sagrados, y al morir eran
enterrados con igual fastuosidad, como se puede ver en la tumba del Señor de
Sipán.
Organización
social
Los mochicas eran una sociedad clasista, donde los
integrantes de la aristocracia militar ocupaban el primer puesto.
Este criterio clasista se organizaba de la siguiente manera:
El cie-quich: era el rey del valle y los dominios moches.
Tenía autoridad semidivina pues creían que descendía de los dioses. Su
autoridad era militar, religiosa y civil.
El coriec: era el rey vencido y subordinado al poder de un
soberano mochica.
Los sacerdotes: encabezados por un sumo sacerdote, habitaban
en los templos piramidales. En este grupo también están la sacerdotisa y el
sacerdote guerrero. Todos ellos formaban parte de los rituales.
Jefes militares y nobles o caballeros: Los llamados “bien
vestidos” por su rica indumentaria.
Dignatarios civiles, asistentes religiosos y soldados o
guardias adscritos a las específicas funciones anteriores.
Artesanos especializados: Se dividían en:
Los metalurgistas, encargados de hacer los atuendos,
emblemas y ornamentos rituales.
Los ceramistas, encargados de hacer la cerámica escultórica
ritual y también de los huacos retratos de los nobles. Había castas de estos
dos grupos.
Las tejedoras, encargadas de hacer los tejidos, que
laboraban en talleres.
El pueblo: agrupaba a agricultores, comerciantes y
pescadores.
Yanas o servidumbre: asignada a los anteriores estamentos.
Arte
Cerámica
El más conocido legado cultural mochica es su cerámica,
generalmente depositada como preciosa ofrenda para los muertos.
Los mochicas plasmaron en sus cerámicas el entorno de su
mundo cultural y religioso, bajo la forma de imágenes escultóricas o bien
decorando a pincel la superficie de la vasija. Su cerámica constituye por ello
el mejor documento y testimonio de su cultura.
Características de la cerámica mochica: escultórica,
realista, documental y pictográfica.
Escultórica:
porque representaban en bulto las figuras de los hombres, animales y plantas.
Destacan los huacos retratos.
Realista:
puesto que todo era reproducción exacta de la realidad. No inventaban ni
imaginaban en su obra ceramista, que era expresión de las actividades.
Documental:
porque era realismo y su representación sirven como elementos para conocer la
vida de los habitantes moches como si se estuviese leyendo un verdadero
documento o fuente escrita.
Pictográfica:
ya que algunos huacos representan figuras pintadas y ornamentadas.
Huaco retrato. Representa de manera muy realista a un personaje
sonriente.
Su realismo es característica resaltante en sus huaco
retratos, su famosa plástica asombra por la expresividad y perfección de
verdaderos retratos de arcilla. Los cánones clásicos de perfección y realismo
se reconocen aún en seres mitológicos, animales humanizados, hombres con
atributos zoomorfos o partes combinadas de varios animales. Sin embargo,
también realizaron cerámica con gran contenido simbólico de pensamiento e ideas
donde las imágenes se vuelven más abstractas y conceptuales; ambas tradiciones,
tanto la simbólica como la realista se encuentran sumamente vinculadas. Incluso
hay piezas cerámicas donde conviven estas dos tendencias sin el más mínimo
problema.
Analizando la iconografía de la cerámica, los investigadores
actuales también pueden conocer interesante información sobre la vida de los
moches: ceremonias funerarias, ceremonias rituales, paisajes, viviendas,
guerras, enfermedades, etc., proporcionando así un vínculo entre los vivos y
los muertos.
Sus pictografías derrochan vida y movimiento en las
complejas escenas de ceremonias, combates, cacerías rituales y probables
relatos míticos. Sin embargo, la vajilla para uso diario, utensilios domésticos
y vasijas para agua fueron funcionales, sencillos y escasamente decorados.
La cerámica mochica generalmente se propicia en masa,
mediante el uso de moldes, sobre ellas el especialista aplicaba técnicas como:
modelado, grabado, pintura. El asa estribo era confeccionado aparte. Por
último, la pieza era llevada al horno; es bícroma resaltando el rojo y el
crema.
Períodos
Tomando como base el estudio de más de 30.000 ceramios,
Larco Hoyle estudió la evolución de las formas de la cerámica moche y dividió
su desarrollo en cinco etapas:
Mochica I: La cerámica es
pequeña, de aspecto sólido, en algunos casos de forma lenticular; de asas
proporcionales y circulares con picos cortos y fuertes rebordes. Las formas
comunes son: vasos retratos, antropomorfos de cuerpo entero, zoomorfos,
fitomorfos, cántaros sencillos con asa de estribo. Colores crema y rojo, crema
y ocre, rojo, crema y anaranjado; crema y negro. Hay una influencia de la
decoración negativa. Los motivos más comunes son los puntos grandes, los
círculos, rombos, cabezas de lagartijas estilizadas, triángulos con círculos
concéntricos, signos escalonados, bandas cuyos temas pictóricos en colores
están delineadas por incisiones.
Mochica II: El grosor de las
paredes disminuye. La cerámica se alarga y no se observa tendencia en darle la
misma altura que ancho, se inicia con esto la esbeltez de los vasos. El asa y
el pico crecen proporcionalmente, y mientras el asa no pierde la forma
redondeada, el pico pierde el reborde pronunciado, quedando tan solo un pequeño
ribete. Existen vasos retratos, antropomorfos de cuerpo entero, fitomorfos y
zoomorfos. Predominan los colores crema y rojo, crema y ocre, rojo y crema
plomizo, marrón y anaranjado, crema y ocre.
Mochica III: Se inicia el
refinamiento de esta cultura. Las paredes de los vasos se afinan sin perder su
solidez, el ceramio está cubierto por una fina capa de engobe cuidadosamente
pulida. Los hornos abiertos con abundante oxigenación fueron perfeccionados. La
cerámica es un poco más grande que Mochica II. Los recipientes son de mayor
capacidad. Las asas y los picos se afinan notablemente, siendo las primeras
elípticas y los picos pequeños, acampanulados y con reborde casi imperceptible.
Los ceramios son de líneas armónicas y proporcionadas. Las esculturas
antropomorfas son verdaderos retratos de personas. La escultura religiosa
adquiere importancia.
Mochica IV: Los motivos
escultóricos y pictóricos se multiplican y adquieren mayor complejidad. El
artista mochica trata de perennizar en su cerámica no solamente los asuntos
comunes de su vida diaria, sino también las actividades de sus instituciones
organizadas. El rico acervo de su vida espiritual es sintetizado en las escenas
pictóricas que cubren los numerosos vasos de caracteres religiosos. Los vasos
se alargan y también proporcionalmente el asa, que ya no es chata sino, redonda
o ligeramente angular. La mayoría de los picos son largos y rectos, aunque hay
algunos más angostos en la punta con bordes levemente afilados.
Mochica V: La cerámica de este
período, por sus formas y decorado, constituye el «arte barroco» de la cultura
mochica. Se reduce en tamaño pero el asa se alarga, siendo el pico más pequeño.
El asa toma una forma triangular acentuada y el pico es de naturaleza
troncocónica con bordes afilados del interior hacia afuera. Las
representaciones geométricas abundan. El motivo escultórico pasa a segundo
plano, desplazado por el arte pictórico. Las técnicas de manufactura que
mayormente conocieron fueron el moldeado y el estampado. Por el gran dominio de
la cerámica escultórica y pictográfica se le ha denominado, y con mucha
justicia, el Período de los Maestros Artesanos. Dada la calidad estética y
temática de su innumerable producción se ha convertido en el mejor espejo de su
vida cotidiana y espiritual.
Arquitectura
Maqueta
de la Huaca de la Luna.
Como base para sus construcciones emplearon el adobe, puesto
que era la materia prima que tenían a la mano. Construyeron grandes palacios,
urbes y templos, los cuales los recubrían de murales en alto y bajo relieve,
pintados de colores extraídos de la naturaleza a los cuales les agregaban
colágeno extraído de la cocción de las patas de las aves, que actuaba como una
especie de látex; decoraban con representaciones de sus dioses, mitos, leyendas
y toda su cosmovisión.
En las construcciones importantes como las huacas, se solía
hacer cada cierto tiempo una reedificación, en la cual en vez de remodelar una
pared, la tapaban construyendo otra adelante; esto se puede apreciar en todas
las huacas.
En su arquitectura monumental destacan las Huacas del Sol y
de la Luna, en Moche. La Huaca del Sol es un inmenso edificio que mide más de
40 m de altura y tiene 5 terrazas superpuestas: los expertos calculan que se
necesitaron más de 140 millones de adobes para su construcción. A 500 m de esta
huaca se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de altura y de tres terrazas; esta
destaca por sus bellas pinturas murales, una de las cuales representa el rostro
fiero de un dios, posiblemente Ai apaec. Se cree que la Huaca del Sol fue un
centro administrativo, mientras que la Huaca de la Luna era un centro
religioso.
Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas
en pequeñas comunidades. Los materiales que usaban ellos eran los mismos que se
empleaban para las huacas a excepción de las pinturas. Las casas tenían patio
propio y techo de dos aguas para las lluvias.
Pinturas
murales
Muro
decorado de la Huaca de la Luna.
En muchos edificios moches se han encontrado pinturas
murales, de inspiración religiosa, ya que representan a seres divinos o escenas
relacionadas con ellos. Son de destacar dos lugares donde se han encontrado
bellos murales: la Huaca de la Luna y la Huaca Cao Viejo (o El Brujo).
Las pinturas murales de la Huaca de la Luna son de 5 colores
(blanco, negro, rojo, azul y amarillo), los cuales fueron obtenidos de
minerales. Su mural más famoso es el que representa a un personaje antropomorfo
conocido como el “demonio de las cejas prominentes”, que se ha identificado con
la divinidad moche llamada Ai apaec o el dios degollador.
En la Huaca Cao Viejo hay un gran mural que representa una
procesión de prisioneros desnudos y unidos con una soga, sin duda condenados a
muerte que caminan hacia el “degollador”.
También existen murales en la Huaca de Pañamarca, con
representaciones mitológicas (caracol-felino) y escenas cotidianas (luchadores).
Metalurgia
y orfebrería
Orejera
mochica de oro con incrustaciones de piedras preciosas.
Los mochicas fueron los mejores metalurgistas de su época.
Utilizaron el oro, la plata, el cobre y sus aleaciones. La aleación más
característica fue la tumbaga (mezcla de oro y cobre). Doraron el cobre mucho
antes que en Europa y conocieron una variedad de técnicas, como el laminado,
martillado, alambrado, soldadura, etc. Fabricaron herramientas, armas,
atuendos, emblemas, ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual.
Es de destacar su pericia para construir figurinas de poco
más de 2 cm con partes móviles, unidas con pequeñísimas grapas.
Protoescritura
Según los estudios del arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle
(1901-1966), los mochicas poseían un sistema de protoescritura a la cual llamó
escritura pallariforme, y que consistiría en grabar líneas, puntos, zigzags y
otras figuras con diferente significado en los pallares pintados en muchos
vasos cerámicos, ya que presentan variedad de diseños que hacen pensar en algún
sistema original de transmisión de datos numéricos y posiblemente no numéricos.
Religión
El dios mochica Ai Apaec representado en un muro de la Huaca
de la Luna.
Por sus dioses castigadores, la representación de dioses
decapitadores era muy común, siendo el Dios principal Ai Apaec, quien también
era la principal deidad de los mochicas. Adoraron además al sol y a la luna.
También rindieron culto a dioses antropozoomorfizados, con rasgos de cangrejo,
zorro, búho, pez gato, pato pico de cuchara (extinto), serpiente, aguilucho,
lagartija, perro, sapo, venado, araña, pulpo, mono, cóndor, iguana.
Estos dioses muestran clara influencia de la cultura chavín,
que fue anterior a la cultura mochica. Se puede apreciar el parecido en los
colmillos y los rasgos felinos que se observan en algunas de sus
representaciones.
Los sacrificios humanos eran practicados por los mochicas
con fines rituales.
Tumbas
El Señor de Sipán
Sipán es una pequeña
localidad que se ubica a 35 kilómetros al sureste de Chiclayo. Allí se
encuentra la denominada Huaca Rajada. En marzo de 1987 el arqueólogo peruano
Walter Alva logró erradicar a los huaqueros (ladrones de huacas) y procedió a
realizar excavaciones.
Es la única tumba de un gobernador precolombino hallada
intacta en el Perú. Data del siglo III. Actualmente los restos de este
personaje se encuentran en el Museo Tumbas Reales de Sipán, en Lambayeque. Se
trata de un hombre de 1,67 m, y de entre 35 a 40 años de edad. Se lo halló al
lado de los restos de 8 personas (tres mujeres, dos varones, un niño y dos
guardianes) y animales (dos llamas y un perro). El cuerpo del personaje estaba
cubierto de numerosos ornamentos, armas y emblemas de oro, plata y cobre
dorado. Se hallaron también 209 ceramios, muchos de los cuales contenían
ofrendas. Meses después se hallaron dos tumbas más: la de un sacerdote
contemporáneo al Señor de Sipán, y la de un personaje que por las armas,
atuendos, ornamentos y emblemas, debió tener el mismo cargo del señor de Sipan,
y al que se bautizó como el “Viejo Señor de Sipán” (antepasado del Señor de
Sipán en tres generaciones).
Las
sacerdotisas de San José de Moro
Dos tumbas de
sacerdotisas fueron halladas en el complejo arqueológico San José de Moro, en
el distrito de Pacanga, Chepén. Una fue hallada en 1991 y otra en 1992.
Comparten una serie de rasgos comunes: se hallan acompañadas de otros cuerpos,
así como de individuos sacrificados en las entradas; así como contienen una
profusión de objetos a manera de ofrendas: vasijas cerámicas, mates (que
estarían sin duda llenas de alimentos) y adornos de metal.
La
Dama de Cao
El descubrimiento de la tumba de la Dama o Señora de Cao fue
dado a conocer en 2006. Fue hallada en la huaca Cao Viejo y data
aproximadamente del 400 d.C., unos 150 años después del apogeo del Señor de
Sipán. Se trata de los restos momificados de una mujer de 1,45 metros de altura
y entre los 20 y 25 años, cubiertos por collares de oro, plata, lapislázuli,
cuarzo y turquesa, narigueras de oro y plata, diademas y coronas. En la tumba
se encontraron también cetros de madera forrados de cobre, utilizados en las
ceremonias como símbolos de poder y hegemonía, y diversas placas de metal
sueltas que cubrían la mortaja de algodón natural. Se trata sin duda de los
restos de una gobernante moche que rigió en el valle del Chicama